Abraham no es una consciencia singular como pensarían ustedes que están en un cuerpo singular. Abraham es una consciencia colectiva. Hay un torrente o río de consciencia. Si uno de ustedes hace una pregunta, hay muchos, muchos puntos de consciencia que están vertiéndose, en aparentemente una sola perspectiva. (Porque hay, en este caso, un solo ser humano, Esther, quien interpreta y articula). Entonces aparece singular ante ti. Somos multidimensionales y multifacéticos, y ciertamente, multi-consciencia.
Mientras percibes algo, das a luz un pensamiento, y este pensamiento ahora piensa. Ahora que existe, ahora que ha sido conjurado, ahora que ha sido enfocado, ahora vibra. Ahora, por la ley de la atracción, otros pensamientos que le calzan vibratoriamente vendrán. Así comienza su expansión inmediatamente.
Todos y cada uno de los componentes que forman las experiencias de vida, son atraídos hacia ti por la poderosa respuesta de la Ley de la atracción a tus pensamientos y la historia de tu vida que cuentas. Tu dinero y activos financieros; la salud de tu cuerpo; claridad, flexibilidad, talla y forma; tu ambiente, cómo te tratan, satisfacción en el trabajo, recompensas. En efecto, la misma felicidad de tu vida en general, todo sucede por la historia que cuentas.
Estás a la vanguardia del pensamiento, llevándolo más allá de donde ha sido antes. A nadie le importa los pensamientos que te han llevado hasta aquí. Te encuentras en un ahora flamante, y muchos de los pensamientos a los que te opones tan vehementemente, son precisamente aquellos que han atraído tu claridad actual. No importa qué tan abominables pienses que ellos sean, todos te han sido de valor en tu evolución progresista. Cada uno de ellos.
Cuando practicas pensamientos que se sienten bien, y por lo tanto, estás en mayor control de tu entorno vibratorio, puedes responder a las cosas que suceden en el mundo desde tu estado de alineación estable, en lugar de reaccionar ante las cosas. De esto es lo que se trata el Arte de Permitir.