Si acabas llegando donde querías llegar, ¿qué diferencia hace si fuiste rápido o despacio? ¿O qué diferencia hace si sufriste dolor antes de que se volviera bueno? ¿No es ese el punto del libre albedrío? Puedes elegir.
Pese a que te gustaría que tu gobierno orquestase las leyes, o que Dios orquestase la ley, o que alguien diese a todos un conjunto de reglas, nunca va a suceder. Cada uno, individualmente, está buscando su propio balance vibratorio, y cuando lo encuentras, acoges toda clase de creencias diferentes porque nunca temerás que la creencia te lleve a algún lugar donde no deseas estar.
El espacio intermedio en el tiempo te da la oportunidad de afinarlo antes que se manifieste, la de tomar placer en tu visión y la de ir moldeándolo… ¿Te puedes imaginar si todo se manifestara instantáneamente? Manifestarías algo y luego lo desmanifestarías. Manifestarías otra cosa y luego… Sería difícil si habrías de manifestar instantáneamente cada capricho o cada pensamiento desaliñado. Es mucho mejor que tengas este espacio intermedio en el tiempo donde puedas sentirlo hasta perfeccionarlo antes de manifestarlo en tu experiencia.
Dentro de la semilla de tu deseo está todo lo necesario para que florezca hasta cumplirse. La Ley de la atracción es el motor que hace el trabajo. Tu trabajo es solo el darle un suelo fértil para que pueda expandirse.